lunes, 9 de marzo de 2009

HÁGANME EL CHINGADO FAVOR

El cuerpo femenino es algo hermoso. Es la razón e inspiración de todos los hombres no jotos del mundo. Entonces, ¿porqué degradarlo a tal grado con un montón de obesas vistiéndose como si fueran sexis? En serio, se ven horrendas. Gordas usando ropa ajustada como las supremodelos dejando ver sus lonjas por toda la calle. ¡Y hay unas que todavía tienen el descaro de comportarse como si estuvieran buenas! ¡Dios, qué asco! Se ponen zapatillas y minifaldas y blusas escotadas dándonos el honor de verles sus "encantos." ¡Guácala! ¡Por favor! Nunca llegarán a verse sensuales y lo saben. Lo único que hacen es dar pena ajena y dejar su dignidad regada por las calles con el sudor que transpiran en sus carnes fofas y las llantas que les arrastran por la banqueta, haciéndonos voltear a otro lado. Mayas ajustadas, blusas con escote y ombligos al aire. En cualquier otro tipo de mujeres se vería bien. Ah, y hasta las hay envidiosas, que les reclaman a todas las mujeres guapas: viejas anoréxicas, no tienen cerebro, nada más enseñan... ¡Están más buenas que ustedes, acéptenlo! Nosotros sabemos que hay hombres más caritas que nosotros y nos vale madre. Es más, nos da gusto estar feos y tener la panza chelera. A muchos les gustan las obesas, a los hombres que ustedes pretenden, no. Se quedan ahí en una esquina, esperando, fumando, diciéndoles piropos a los hombres que pasan. ¡Lucen horrible, suicídense! Parecen bolsas de basura rellenas de estiércol. ¡Y todavía peor! Las viejas vulgares que se visten como actrices porno con obesidad mórbida y con un vocabulario digno de un albañil ebrio resentido. Que chingue a su madre la puta, y que se vaya a la verga quién sabe quién, y que la pinche verija quién sabe qué más... No manchen, esas viejas me causan miedo, por no decir repulsión. ¡Y peor si les dices algo! Que a ti qué chingados te importa, y que vete a la jodida, y que tu mamá es tacaña... Hay unas que se ponen los pantalones como quince tallas menos para que les apriete el trasero y al último andan con la parte de atrás toda plana y con la panza saliéndose toda caída por encima de los pasadores. Como si alguien de verdad fuera a decir: Qué guapa se ve esa chava. Pero parece que la vergüenza les importa tanto como a mí el futbol de Argentina. No sé si sean cínicas o si sientan una marcada tendencia al sadismo visual, o si muy dentro de su retorcida mente se vean a sí mismas como una mujer de bellas medidas, pero ningún hombre en su sano juicio pensaría jamás en andar con un adefesio así. Para empezar, la vergüenza. Sé que la apariencia no lo es todo, pero la vergüenza se siente gacho. ¿Qué no es suficiente el carecer de cualquier tipo de belleza física para darse cuenta? ¿Porqué humillarse de esa manera al tratar de verse como mujeres voluptuosas? Y si tan seguras están y tanto deprecian a las anoréxicas, ¿porqué tratar de vestirse como ellas? ¿Qué no se dan cuenta de que se ven ridículas tratando de ser algo que no son? ¡Esperpentos! Y, está bien, cada quién tiene el derecho de vestirse como su pervertida mente le de cabida, así tenga ambos órganos sexuales o pese 150 kilos; pero nosotros, ¿qué culpa tenemos? Dentro de sus casas o escondidas en un refugio antibombas que se pongan tacones y liguero y que se embarren de manteca o lo que quieran, pero, por favor, ¡no salgan a la luz pública! Ningún hombre las va a invitar a salir, ni les van a decir que están muy guapas, ni siquiera un piropo. Hay mujeres de buenas medidas, mujeres con sobrepeso, obesas horribles y ustedes. No se hagan falsas esperanzas. Nadie que yo conozco las llevaría al cine, ni las invitaría a algún restaurante, ni las llevaría a un concierto con peligo de que se quieran aventar hacia el público. Dejen de pensar en eso, dejen de maquillarse tanto y ,por favor, dejen de vestirse como las mujeres sensuales. Esas son la clase de cosas que vuelven a un hombre homosexual.

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