domingo, 3 de mayo de 2009

CETIS 88: TIERRA DE LOBOS

Cuando iba a entrar al CETIS 88, mi última preparatoria, según yo iba a portarme bien y a ser aplicado y toda esa basura, pero cuando entré a clases recordé porqué odiaba la escuela. A los cinco minutos ya quería incendiar el plantel. Vamos, los maestros eran zoquetes. Estaba encerrado todo el día rodeado de zopencos, ratas de gimnasio y estúpidos viejos diciéndome qué hacer; como un tigre furioso enjaulado en una cárcel juvenil, recibiendo choques eléctricos, cansado, pateado en las bolas y encadenado por el cuello. Una vez más el chico problema. No le hablaba a nadie, fumaba en los baños, llevaba botellas de vodka para embriagarme… Los maestros no me tragaban. Los retaba en clase, los insultaba, los hacía quedar en ridículo exponiendo sus estúpidas fallas. Los psicólogos persiguiéndome igual que en todas las demás estúpidas escuelas como un montón de estúpidos retardados persiguiendo a un animal extraño. Me escapaba de clases, llegaba a la escuela con resaca, si no es que llegaba todavía ebrio. Le buscaba pleito a cualquiera que se me atravesara… ¡Dios, no sé cómo pudieron aguantarme tanto tiempo! Ni siquiera pagué la inscripción de los siguientes dos semestres. Lo único que quería era salir, ¡acabar todos los semestres y largarme lo más pronto posible! Si hubo algo que me detuviera en mi frenética caída hacia la ruina, ese algo fueron las mujeres. Ser el niño malo me trajo chavas, pero nunca las que quería. Hubo una en especial. Mucho pude desahogarme con mi, digamos, noviazgo con Jaquelin, con quien llegué hasta la cama. Tuve con ella todo lo que se puede tener con una novia, excepto el cariño. Ella ya tenía un novio de verdad que la esperaba cada vez que salíamos de clase. Estúpido bastardo. Tuve qué dejarla ir, me enamoré. De ahí en adelante todo se vino abajo. El corte final en el cuello lo dieron tres hijos de puta que se escudaron detrás de sus padres para lavarles el cerebro a todos diciendo que yo los había amenazado con unos cuchillos. Vaya homosexuales. Así es que soy expulsado. ¿Cómo podría ser mejor? La última milla en mi acelerada carrera hasta estrellarme.
Dos años y medio han pasado y sigo recordando el último día en ese criadero de lobos. No pasa un solo día en que no piense en destruir el edificio. Cada vez que paso escupo en la maldita entrada para que los estúpidos no olviden que los odio. Hasta nunca, CETIS 88. Te veré en ruinas.

CETIS 88
TIERRA DE LOBOS

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