
De toda la porquería de dibujos animados y cómics que pudren la mente de los imbéciles, sin duda alguna esa basura del manga es la más degradante muestra de falta de talento y de inteligencia para la juventud moderna. Toda esa bola de obesos retardados feos pseudoantisociales llamados otakus con sus estúpidas convenciones y todo éso ya me tienen pateadas las pelotas. ¡Dios, tienes qué ser un idiota para convertirte en fan de ese desecho!
Para empezar, el inventor directo de esa estupidez ni siquiera era japonés. El infeliz Charles
Wirgman, quien satirizaba la vida cotidiana de japón (ja, ja; desde entonces ya se burlaban de ellos) para el diario The London Times (inglés, obviamente; ¡imbécil!) fue quien comenzó a dar forma a ese halo de vómito. Después se unieron George Bigot, un parisino, y Rakuten Kitazawa (en serio, todos los nombres japoneses suenan estúpidos), uniendo los dibujos con la maldita herencia nipona del Ukyo-e (¡Ah, ¿cómo les quedó el ojo?!); naciendo definitivamente, según dicen, en 1905 con la revista Tokio Puck (Tokio puke!).
Para empezar, el inventor directo de esa estupidez ni siquiera era japonés. El infeliz Charles

JA JA para los pobres babosos que creyeron que había sido el farsante de Osamu Tezuka
(¿nombre de idiota?), que lo único que hizo fue crear estúpidos cuentos de hadas para ñoños (La Princesa Caballero, ¡por favor!) influenciado hasta el tuétano por otro estúpido igual que él llamado Walt Disney, al que tanto critican esos cerdos bajos de intelecto que lo admiran, sin darse cuenta de que los malditos ojos grandes del manga los heredó Tezuka como tributo a los dibujos animados de Walt Disney, aunque he escuchado
que provienen de Betty Boop. Como sea, ¿originales? Váyanse al infierno.


Igual, manga significa dibujos caprichosos o garabatos (jo jo jo, mis amigos), ánime es una descomposición de la palabra inglesa animation, que proviene de anima (en latín, alma, lo que da la vida) (si no habías encontrado relación entre anima y dibujos animados eres francamente un zopenco) y otaku, aunque crean lo que sea, se usa actualmente como un término despectivo (¡como nerds, pues!). Así que los idiotas en japón son tan repudiados como aquí lo es ese cerdo retardado de voz gangosa con lentes que huele a sudotr junto a tu pupitre que siempre habla de computadoras y videojuegos, sin novia y que todos se burlan de él. Ja ja, pobres zoquetes. Y hentai significa pervertido (háganme el favor).
Por cierto, ese remedo de rechazados que quieren sentirse antisociales pugnando por individualidad que adoran esa porquería generan más de 5,000,000,000 de dólares anuales. Lamento si los hice ver como un montón de vendidos masificados sin individualidad (ja ja; la verdad, no).
Lo que sí tiene de admirarse, aunque no de buena manera, es su horrenda capacidad demagógica. Cuando no es una caricatura de superpoderes sayayín donde se tardan tres semanas para una batalla idiota de cinco minutos es otra donde un pobre infeliz del que todos se burlan tiene qué salvar al mundo peleando contra entes de otros mundos, se burlan de los dioses griegos con un idiota débil al que siempre le dan energía sus camaradas para que gane o salen con una historia para darketitos, para estúpidos emos o una de un tren que funciona con relaciones sexuales (ja ja, yo tenía un hentai así). Eso sí, yo no sé qué fijaciín tienen con las mujeres a las que les aparecen penes por donde sea.
Acéptenlo, el manga es para perdedores. Si fueras un antisocial de verdad te repugnaría la idea de comprar revistas para las masas que compran todos los demás, te gustaría ver violencia gráfica real o te comprarías una revista pornográfica. Igual, a mí también me excitaban los monitos teniendo sexo cuando tenía trece años. Pero si eres un pobre bastardo de 25 viviendo con tus padres comprando revistas hentai para meterte al baño y todavía sueñas con conseguirte a una chava igual que las de tus historietas, eres más que un antisocial:
ERES UN PERDEDOR.
¡MUERTE A LOS OTAKUS Y A LOS MANGAKAS!
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